En la ladera de mi casa
Ha caído un peñasco.
Fuerte como una roca.
Al tiempo, salio un charco.
Y en la orilla una rosa.
Corté la rosa y nació un tallo
Confundida y admirada...
Espere que llegara mayo.
El tallo crecía y crecía
Rodeó el gran peñasco.
Y creciendo, alcanzó mi casa;
Trepando, la pared del cobertizo.
Rodeó el balcón, y la ventana.
Yo me quedé anonadada
Cuando se coló en el desván...
Donde antaño, dejaron una imagen
De Nuestra señora de la rosa.
Yo le dije, !Virgencita¡ !Mi Señora¡
¿Qué queréis de mí? hazme una señal...
Una paz interior, y una fuerza me hicieron
Mirar por la ventana, y en el peñasco
Se poso una paloma, y la enredadera…
Se lleno de rosas, fragantes y hermosas.
Comprendí, lo qué ella quería.
Y en cima del peñasco coloqué
Una hornacina de piedra, cómo la roca.
Puse a Nuestra Señora, La Virgen de la Rosa.
Presidiendo la entrada, Bendiciendo la Casa.
Autora: Mercedes Ramos
No hay comentarios:
Publicar un comentario