Dulce Madre María
A ti te ofrezco mi pena
Tú eres refugio y
medianera.
Desahogo mi corazón,
Porqué confiada de tu
gracia…
Sé que mi suplica, no te
es indiferente.
Ya que del Padre
recibiste poder suficiente
Para abarcar con tus
gracias todo continente.
Tu hijo, de gran
sabiduría te dotó.
Y el Espíritu Santo.
De todo Amor te lleno.
¿Quien mejor, qué Tú
Madre,
Para calmar todo llanto…
Del Corazón humano?
¡Haz que no caiga en
pecado!
Te lo suplico, por los
dones
Qué recibiste del Padre.
Del Hijo, y del Espíritu
Santo.
(Se rezan tres Avemaría)
Autora:
Mercedes Ramos
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