Tengo una hornacina tallada de plata fina
He puesto la estampa de la dulce Madre
Con su niño dormido placidamente
La Virgen le observa con devoción bendita.
Calladamente, le mira y se estremece.
Hijo de mi alma, Rey de mi vida.
Codero de Dios, dueño de mi presente.
Sin cesar le repite insistentemente.
Autora: Mercedes Ramos.
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