Una luz prendía entre todos los cirios de aquel templo, algo resplandecía
Guardián de mi tesoro, cada cuenta de este collar de perlas, son las lagrimas
Que tu hijo un día revestido como uno de nosotros, derramo lejos de su patria.
Y yo le pido a Maria, en los días que no encuentro la vía, que me perdone si hierro,
Si por sentirme lleno, me olvidé, que no tenga a cuenta mi torpeza, bajeza de un alma
Descuidada, desprovista de calma, si tu aliento falta.
Autora: Mercedes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario